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Mostrando entradas de junio, 2017

Mi reino por un montgomery

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Avenida Avellaneda. Ese nido infestado de cucarachas. Corriendo, empujándose, abalanzandose  una encima de otra para entrar a un local y comprar una prenda de calidad de mierda a un precio que ya no refleja lo chota que es. Carritos que ocupan toda la cuadra, veredas en reparación con vallas que dificultan aún más la circulación. Un boludo te grita en el oido " A 30 pesos las 12 medias! ", hacés una cuadra y el mismo discurso se repite una y otra y otra vez. ¿Quién necesita tantas medias? - pienso, mientras un flaco me golpea con el hombro desde atrás porque tuve la osadía de detener mi marcha por un segundo para esbozar un pensamiento (claramente nada muy artístico, estaba pensando en medias después de todo). Y ahi estaba. Parado en medio de ese mar de gente que no me cae bien, en esas cuadras que detesto porque son las mismas que veo desde hace más de veinte años. Respirando ese aire viciado del humo de los miles de caños de escape y pedos de los "manteros amb

Confesiones de invierno

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Hace frio en la ciudad y cuando lo único que tenés de abrigo son tres camperas de cuero que calientan menos que mi horno cuando Metrogas decide que no soy digno de disfrutar de su excelente servicio, te das cuenta que sos un cabeza de termo. Y pobre, sobre todo pobre; y necesitás aprender cómo invertir mejor tu guita porque sinó el próximo invierno no lo vas a sobrevivir. Me hace pensar en los esquimales. Gente brava y corajuda que se las arregla para hacer de una bolsa de Rolitos un Holidays Inn cinco estrellas con conexión wifi, Direct TV y servicio de mucama con happy ending, mientras uno lucha desenfrenadamente por acomodar el acolchado de manera tal que tape los pies y la cara al mismo tiempo. Pero el frio no es tan malo, pienso, mientras un homeless muere congelado debajo de un tacho en el microcentro. A diferencia del calor, es manejable. Con cincuenta grados a la sombra, no hay ventilador o aire acondicionado a veinticuatro grados que logre calmar el incendio. Pero

¿Quién es Moxie?

Un rayo de luz penetró por una rendija de la persiana. Santiago siempre la bajaba hasta el final, ya que no podía tolerar las luces de la noche o el movimiento de los autos. Tenía que mitigar lo más que pudiera cualquier distracción del mundo exterior, y aun así el sueño siempre era difícil de conciliar. La luz le pegó justo en cara. -En donde más sino –pensó. Aun no quería levantarse. Esa noche no había sido de las más placenteras para el sueño. Tampoco había sido de las peores, y sí que tuvo peores. No recordaba que había soñado, casi nunca lo hacía. No había imágenes claras, ni figuras borrosas. No había caras que cambiaran de un momento a otro. Tampoco locaciones que lo transportaran de un punto del planeta al extremo opuesto en cuestión de un parpadeo. No recordaba haber volado, ni caído, ni peleado sin poder asestar un golpe. Nada. Sin embargo algo sí había quedado. Un nombre. Moxie Eso lo dejó pensativo. Se quedó inmóvil en la cama, mientras ese rayo escurrid

WASTELAND

Mierda que pasó el tiempo... 2013 fue hace tanto, y a la vez parece que hace solo unos días desde la última vez que entré acá. Hoy no va a haber chistes tontos, frases célebres o ironías de pendejo de secundario (o universitario tardio cof cof). Ahí está, lo hice otra vez. Perdón, no puedo. Es más fuerte que yo. Simplemente hay algo dentro de mi que me impide hablar 100% en serio. A veces trato, ojo... Por qué volví por acá? Me lo estoy preguntando en este mismo momento, mientras escribo. Hasta casi que me tiembla un poco la mano. Extrañaba, supongo, esa adrenalida que me daba escribir. Escribir mal, con horrores ortográficos, tildes mal colocadas, cosas que no tienen sentido o con un humor cuasi infantil... Volví a entrar, vi el blog por unos minutos y me pregunté como es que alguna persona en su sano juicio se sometió a esto?! Fondo negro con letras blancas chillonas (pido perdón por la ceguera), absolutamente ningún diseño, tipografía chata y aburrida. En fin, mis habilidades