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C'est la vie

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La vida es eso que pasa mientras hacés la cola para pagar la factura del gas. Es eso que se escapa mientras mirás por la ventana del bondi antes de hacerte el dormido porque un vieja se te puso cerca de tu asiento, y encima es de esas viejas que no se merecen tu lástima o compasión. Es de esas que piden que vuelvan los milicos, o que se horrorizan cuando ven dos minas tomadas de las manos (si ve a dos flacos se le encastra el bombachón en el orto directamente). La vida es... es algo que está. Lo damos por sentado. De chico te enseñan que la vida es sagrada y que tenés que sacar el mejor provecho de ella. Te dicen que las metas de la vida son tener una familia, estudiar una carrera, un trabajo que pague bien, plantar un árbol, leer El Principito y, si tenés suerte, morir de viejo en un geriatrico. Pura mierda. La vida es TU vida. Y vos elegís como la vas a vivir. Con la gente que te vas a juntar, los lugares que vas a frecuentar, la música que vas a escuchar, los juegos que vas a

Mi reino por un montgomery

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Avenida Avellaneda. Ese nido infestado de cucarachas. Corriendo, empujándose, abalanzandose  una encima de otra para entrar a un local y comprar una prenda de calidad de mierda a un precio que ya no refleja lo chota que es. Carritos que ocupan toda la cuadra, veredas en reparación con vallas que dificultan aún más la circulación. Un boludo te grita en el oido " A 30 pesos las 12 medias! ", hacés una cuadra y el mismo discurso se repite una y otra y otra vez. ¿Quién necesita tantas medias? - pienso, mientras un flaco me golpea con el hombro desde atrás porque tuve la osadía de detener mi marcha por un segundo para esbozar un pensamiento (claramente nada muy artístico, estaba pensando en medias después de todo). Y ahi estaba. Parado en medio de ese mar de gente que no me cae bien, en esas cuadras que detesto porque son las mismas que veo desde hace más de veinte años. Respirando ese aire viciado del humo de los miles de caños de escape y pedos de los "manteros amb

Confesiones de invierno

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Hace frio en la ciudad y cuando lo único que tenés de abrigo son tres camperas de cuero que calientan menos que mi horno cuando Metrogas decide que no soy digno de disfrutar de su excelente servicio, te das cuenta que sos un cabeza de termo. Y pobre, sobre todo pobre; y necesitás aprender cómo invertir mejor tu guita porque sinó el próximo invierno no lo vas a sobrevivir. Me hace pensar en los esquimales. Gente brava y corajuda que se las arregla para hacer de una bolsa de Rolitos un Holidays Inn cinco estrellas con conexión wifi, Direct TV y servicio de mucama con happy ending, mientras uno lucha desenfrenadamente por acomodar el acolchado de manera tal que tape los pies y la cara al mismo tiempo. Pero el frio no es tan malo, pienso, mientras un homeless muere congelado debajo de un tacho en el microcentro. A diferencia del calor, es manejable. Con cincuenta grados a la sombra, no hay ventilador o aire acondicionado a veinticuatro grados que logre calmar el incendio. Pero

¿Quién es Moxie?

Un rayo de luz penetró por una rendija de la persiana. Santiago siempre la bajaba hasta el final, ya que no podía tolerar las luces de la noche o el movimiento de los autos. Tenía que mitigar lo más que pudiera cualquier distracción del mundo exterior, y aun así el sueño siempre era difícil de conciliar. La luz le pegó justo en cara. -En donde más sino –pensó. Aun no quería levantarse. Esa noche no había sido de las más placenteras para el sueño. Tampoco había sido de las peores, y sí que tuvo peores. No recordaba que había soñado, casi nunca lo hacía. No había imágenes claras, ni figuras borrosas. No había caras que cambiaran de un momento a otro. Tampoco locaciones que lo transportaran de un punto del planeta al extremo opuesto en cuestión de un parpadeo. No recordaba haber volado, ni caído, ni peleado sin poder asestar un golpe. Nada. Sin embargo algo sí había quedado. Un nombre. Moxie Eso lo dejó pensativo. Se quedó inmóvil en la cama, mientras ese rayo escurrid

WASTELAND

Mierda que pasó el tiempo... 2013 fue hace tanto, y a la vez parece que hace solo unos días desde la última vez que entré acá. Hoy no va a haber chistes tontos, frases célebres o ironías de pendejo de secundario (o universitario tardio cof cof). Ahí está, lo hice otra vez. Perdón, no puedo. Es más fuerte que yo. Simplemente hay algo dentro de mi que me impide hablar 100% en serio. A veces trato, ojo... Por qué volví por acá? Me lo estoy preguntando en este mismo momento, mientras escribo. Hasta casi que me tiembla un poco la mano. Extrañaba, supongo, esa adrenalida que me daba escribir. Escribir mal, con horrores ortográficos, tildes mal colocadas, cosas que no tienen sentido o con un humor cuasi infantil... Volví a entrar, vi el blog por unos minutos y me pregunté como es que alguna persona en su sano juicio se sometió a esto?! Fondo negro con letras blancas chillonas (pido perdón por la ceguera), absolutamente ningún diseño, tipografía chata y aburrida. En fin, mis habilidades

Mitos y Leyendas para Tontos.....(Los 3 cerditos y el lobo)

Y quién sigue usando blogs? - Me preguntó el joven que gentilmente me sustraía el celular de mi bolsillo a punta de pistola. No bueno, supongo que todavía queda gente que los lee. Que se yo, algún desempleado o los niños bien. - Le respondí amablemente. Ahora que lo decís puede ser eh! Ah dame la billetera ya que estás... - Si tomá, no tiene mucho, pero lo que cuenta es la intención, no? No me dejás la sube? Si no, no puedo volver a mi casa, ya que me sacaste las monedas también. - Le pregunté esperanzado. Jaja si, es que las quiero para tirarlas en las vias del tren, asi quedan todas aplastadas, viste? Che esperá, tu billetera está llena de billetes falsos! VENI ACÁ HIJO DE PUTA!!! - Me gritó suavemente mientras me disparaba amistosamente a quemaropas. Y mientras corría esquivando las balas, iba pensando en esas historias que siempre nos contaban de chicos y de como las cosas no siempre eran lo que parecían. Tal es el caso de la fabula de los 3 cerditos y el lobo. Los

Mitos y Leyendas para Tontos.....(Caperucita Roja)

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A veces las cosas vuelven sin que nadie las pida o siquiera las recuerde. Este es el caso de El Rata Para Todos, ya que cuando estaba aspirando mi habitación lo encontré tirado entre mis viejas revistas porno de la Coca Sarli. Lamentablemente los griegos se extinguieron hace 20 años y dejaron de escribir sus maravillosos mitos y leyendas, pero no temais, pues afortunadamente existen muchas más historias que merecen ser contadas. Tal es el caso de la historia de Caperucita Roja, un cuento que se le transmite a los niños para infundirles el miedo a meterse en la parte honda de las piletas de natación. Caperucita Roja Caperucita era un adolescente incomprendida que vivía con su madre soltera en las afueras de la ciudad. Como toda adolescente se la pasaba todo el día en su cuarto usando Facebook y escuchando Goth metal. Pero su madre, que tenía las bolas hinchadas de que su hija estuviera siempre en la casa y no le diera la posibilidad de estar a solas con su chongos, un